“Siempre es más fácil hacer un kilómetro de más que un segundo menos por kilómetro”

img084Desde hace unos años las carreras populares, tanto en asfalto como en montaña, están sufriendo un boom considerable, me atrevo a decir que estamos ante la mejor etapa de este deporte tan particular. Correr está de moda; la sociedad afortunadamente está cambiando la mentalidad, de ser un mero espectador del deporte se ha pasado a ser realmente actor del mismo, consciente de que existe algo mejor para la salud que consumir largas horas de televisión al día. 

En un breve espacio de tiempo se ha pasado de ser un extraño por hacer deporte a que ahora los raros son los que no practican ningún tipo de ejercicio. Que estamos de enhorabuena, es cierto, una comunidad deportista siempre será  una sociedad más sana y más solidaria; pero no es oro todo lo que reluce, hay muchos aspectos de esta nueva moda que a mí, por lo menos, me inquietan.

 

Detrás de este anglicismo de seis letras llamado correr se esconden horas de entrenamiento, sufrimiento, mal humor, risas, falta de sueño, placer, decepciones, soledad, compañía... No hay edad, ni raza, ni talla, ni sexo, cualquiera se lanza a la aventura de correr. Para muchos la carrera es una vía de escape a la crisis tan profunda por la que estamos pasando, para otros es una manera de salir de la rutina diaria, sentirse bien. Dudo que esta moda, sea sólo eso, una moda pasajera, está entre nosotros y ha venido para quedarse.  

Cruzar la línea de meta debe ser el objetivo principal de todo corredor amateur, muchas veces no importa la marca,  ni quedar por delante de nadie, pero siempre hay que acabar en buenas condiciones. Terminar un maratón exhausto, vomitando, caminando…, no me parece una heroicidad, sino una escena dramática, no se debería llegar a esa situación. La salud está por encima de todo. La clave del éxito para ser un gran maratoniano, incluso amateur, radica en la anticipación a lo que queda por venir.  Sólo así se logrará realizar una gran carrera, lo que permitirá, en otra ocasión repetir la experiencia, ya que el sentimiento final es de satisfacción plena, sea cual sea la marca realizada.

Me sorprende la irresponsabilidad  de muchos en aventurarse en pruebas cada vez más largas. En apenas días de entreno pasan de correr el Cross del pueblo, a intentar terminar un medio maratón, para luego en pocas semanas emular a Martín Fiz buscando finalizar los 42.195 metros, para autodeterminarse maratonianos. Otros buscan pruebas más duras, de mayor sufrimiento, a más kilómetros mejor, las denominadas ultras, que oscilan entre 70 kms y 120 kms. Muchos con un cierto afán de protagonismo que le lleva a proponerse retos irrazonables con el único fin de demostrar que ellos también están capacitados para las mismas gestas que sus amigos o ídolos del deporte.

Lucir las camisetas de los maratones que han completado se ha convertido en  un orgullo, pura satisfacción, lo mismo ocurre compartiendo con amigos en Facebook o twitter todas las hazañas realizadas. Todo esto es permisible, incluso comprensible, ya lo dice el dicho “lo que no se ve no existe”. Pero, ¿es esa la verdadera esencia de este deporte, llamado correr?  ¿Llegar a ser un 'finisher' cueste lo que cueste?

Correr un maratón con el objetivo de culminarlo, no convierte a un deportista en un maratoniano, sólo en una persona que ha sido capaz de recorrer 42.195 metros, pero nada más. Preparar un maratón involucra años de entrenamiento, de voluntad, de constancia, éste es el verdadero espíritu del maratón. Siempre es más fácil hacer un kilómetro de más que un segundo menos por kilómetro, esa fue la mayor estrategia de Forrest Gump, correr sin tener ningún objetivo planificado, corría por placer, sin crono ni redes sociales, nunca se consideró maratoniano, ni ultra, solo se desplazó corriendo más de 30.000 km. sin ninguna expectativa, ninguna meta.

El maratón se convierte en todo un reto personal, un desafío de superación, pero dicho reto es más llevadero si lo concluimos con decoro y con una sonrisa de oreja a oreja, sintiéndonos orgullosos de la acción lograda. Lo realmente complicado de un maratón es entrenarlo, no acabarlo de cualquier manera. Para disfrutar del mismo hay que estar bien preparado, sólo así se descubre la esencia de esta mítica distancia. Entrenar un maratón no sólo te ayudará a correr mejor, también a ser una persona más emprendedora y solidaria en tu vida diaria. Ser maratoniano, que no finisher, te ayuda a ver la vida de otra manera y tener la sensación de que “todo es posible”.

 

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