Todos debemos realizar más esfuerzo por cultivar un poco más la paciencia, alterarnos menos en la espera y controlar los deseos inmediatos. Ayudemos a los más pequeños a saber esperar, no todo puede ser aquí y ahora. Esperar a su turno en la fila, en el juego, a saber escuchar al adulto, a su amigo…la paciencia es una virtud que requiere de grandes dosis de voluntad y ternura.

Todo padre desea la felicidad de su hijo, pero muchas veces no calculan los medios empleados para alcanzarla. Esa placidez la suelen iluminar sin grandes esfuerzos, ni que suponga sacrificios personales para su hijo; muy al contrario, que disfruten de su infancia todo lo que puedan, sin límites, sin angustias… ¡No creo que sea ese el camino! 

Los años pasan muy rápido, los hijos que hace unos días eran bebés, en un plis plas, se hacen adultos… y no siempre están preparados para afrontar y superar con éxito los desafíos y las dificultades que se presentan en la vida.

Lograr que unos niños que han sido felices en su infancia, continúen siendo felices en la edad adulta, no es tarea fácil, emerge de nuestra propia fortaleza, entereza y paciencia. Para ello hay que ofrecerles instrumentos, destrezas de vida que les ayuden a saber trabajar, a culminar sus objetivos con la satisfacción que causa la conquista alcanzada después de un trabajo bien hecho, persistente, riguroso, fatigoso y a veces colmado de obstáculos.  

Como padres intenten fomentar más actividades que ayuden a cultivar la paciencia. Toda virtud, no se alcanza en dos días, requiere de dos pilares que asienten nuestro día a día: no son otros que voluntad y paciencia. 

Ya lo digo Santa Teresa de Jesús. “La paciencia todo lo alcanza”  

Muchas gracias. ¡Salud, suerte y hasta la próxima!

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